domingo, 4 de marzo de 2012

The driller killer


La segunda cinta del fin de semana es The driller killer o El asesino del taladro, una especie de película soft gore de arte y ensayo de 1979 dirigida y protagonizada por Abel Ferrara –de hecho es su opera prima- cuya estética transporta al mundo entre bohemio y macarra de los artistas neoyorquinos de la época, seres acostumbrados a moverse en un mundo de heroína y sexo, con más pinta de yonquis que de maestros de los pinceles. El inicio es de lo más raro, con Reno –el pintor protagonista- entrando en una iglesia. La iluminación en rojos, azules y amarillos otorga a la escena una apariencia estéticamente preciosa pero del todo inverosímil. Allí, en primera fila, vemos a un viejo, un venerable anciano con pinta de clon de Charles Darwin pidiendo perdón al Señor por sus pecados. El protagonista, intrigado, se acerca y el viejo le agarra la mano dándole un susto de campeonato. Luego nos enteramos de que el viejo tenía el nombre y el número de teléfono de Reno, quien regresa algo contrariado a casa junto a su novia. Pero antes le dice al taxista que pare –y espere- a que ella entre en un local para ver un concierto de rock. Más tarde asistimos a una exasperante escena en la que –a la mañana siguiente y ya en casa- la chica le indica a Reno titubeando una y otra vez dónde debe este taladrar una puerta. Resulta que Reno es un pintor agobiado por las deudas y vive en un apartamento con dos chicas que, lejos de ayudarle, aún gastan más dinero del fondo común. Y mientras el marchante que representa a Reno se niega a adelantarle más dinero y las facturas se agolpan, al apartamento de al lado del de Reno y sus amigas se muda una banda de rock que se dedica a ensayar día y noche ruidosamente sin imaginar que van a sacar de sus casillas al friki de Reno convirtiéndose en el detonante de una escalada de sangre.


En fin amiguitos, que quizás Ferrara nos quiso decir algo con esta película de estética feísta –homeless borrachos, barrios depauperados, apartamentos con las paredes desconchadas, vidas aburridas, drogadictos, sexo, conejos desollados, alucinaciones, un Manhattan oscuro, sórdido y alejado del glamour turístico-, un par de momentos gore y salpicada por algunas escenas fotografiadas con colores chillones pero yo me quedo con el resultado como simple historia de un tipo loco en crisis creativa al que le da por emprenderla a golpe de taladro contra el mundo que le rodea buscando venganza o quien sabe qué sensaciones y estímulos creativos. A lo mejor el que iba drogado al crear su primer largometraje era el mismo Ferrara, o se estaba refiriendo a él mismo como creativo a través de su alter ego Reno. Ni idea piltrafillas, pero la verdad es que aún siendo un pelín rara, The driller killer me ha gustado lo suficiente como para recuperar la segunda cinta de este tipo del Bronx, la titulada Ms.45 que en un futuro no muy lejano os comentaré en este espacio.

1 comentario:

Lai dijo...

o_O
Como ya sabe tengo cantidad de maquinas taladradoras y si, he de reconocer que en más de una ocasion he imaginado como cargarme a cierta peña con ellos...
>:-]