domingo, 16 de diciembre de 2012

Eaten alive!


Y para terminar, aquí tenéis Eaten alive!, una bizarra película de temática caníbal dirigida en 1980 por Umberto Lenzi. En las cataratas del Niágara y en la ciudad de Nueva York, tres hombres de aspecto nervioso que parecen estar asustados de algo son asesinados por un indígena de aspecto amazónico que les dispara un dardo con una cerbatana. Tras la última muerte, el asesino muere atropellado mientras un agente le da el alto. A raíz del suceso, la policía contacta con Sheila Morris, que hace seis meses que ha perdido el contacto con su hermana Diana. Tanto ellos como el FBI están investigando la misteriosa muerte de tres hombres a los que nada parece relacionar, excepto su asesino, en casa del cual se ha encontrado una filmación en la que aparece Diana Morris asistiendo en una jungla indeterminada a una ceremonia bizarra en la que una tribu utiliza el dolor como vía para entrar en comunión con la naturaleza. Sheila logra averiguar el lugar de procedencia de las imágenes y contrata a un aventurero para que la ayude a internarse en la selva para buscar alguna pista sobre el paradero de su hermana. Durante el viaje, la canoa en la que viajan es atacada por un caimán por lo que Sheila y Mark se internan en tierra firme, en donde contactan con un grupo de caníbales que les persiguen hasta que son rescatados por la secta del reverendo Jim Jones, un loco degenerado. 


Total piltrafillas, que tanto Mark como Sheila –que está decidida a rescatar a su hermana- intentarán escapar del campamento de Jones, algo bastante peligroso al estar rodeado de tribus que practican el canibalismo. Bueno amiguitos, nos encontramos ante uno de esos subproductos italianos de finales de los 70 y principios de los 80 en los que la temática caníbal cobró protagonismo. En ese sentido, la calidad general de esta obra deja bastante que desear, llegando a tener algunas escenas –bastante obvias, resultado de un tosco recorta y pega- provenientes de otras películas del género del mismo Lenzi o de Ruggero Deodato. Entre colegas anda el juego. Y para muestra de lo básico del guión de Eaten alive! –en un intento cutre de unir realidad y ficción-, el detalle del nombre de Jim Jones como reverendo de la secta en medio del amazonas, cuando un par de años atrás el verdadero Jim Jones había obligado a su secta a suicidarse en masa en la Guyana. Anda que no había nombres para darle al reverendo. Y por si eso fuera poco, los efectos de maquillaje –esas piernas pretendidamente cortadas que hacen ver que mordisquean los caníbales de atrezzo- y escenas como el atropello del indígena cuando aún no han salido los títulos de crédito iniciales, son cosas que o le atrapan a uno en la telaraña de lo casposo o hacen que se opte por dejar de inmediato de ver la película. En mi caso –soy friki- digamos que me he dejado enredar en la seda pegajosa del amor por lo bizarro. Así, he podido disfrutar de serpientes comiéndose a monos, canibalismo, sacrificio de animales, automutilación, violaciones, música de Bach retumbando en la jungla, sadismo sexual... cosas que hoy en día –y más, filmadas de esa manera- no son nada del otro mundo, pero que en 1980 podían resultar muy impactantes y truculentas, al menos en el circuito de la serie B. 


Protagonizan la cinta –en el reparto femenino- la sueca Janet Agren y la romana Paola Senatore, actriz infame esta última que inició su carrera en las comedias picantes italianas de los 70, apareció en escenas de altísimo voltaje en cintas eróticas –a remarcar la felación en Emmanuelle en America de Joe D’Amato, otra de las cintas que han pasado por este blog- y acabó participando en películas abiertamente pornográficas antes de ser detenida por posesión de estupefacientes. Os adjunto un retrato de Janet ya que las imágenes que he podido encontrar de la Senatore son demasiado osadas, incluso para este blog. Documento de una época, piltrafillas. Y como que lo que no mata, engorda, yo os la recomiendo.